Revista Internacional de Poesía "Poesía de Rosario" Nº 19
Revista Internacional de Poesía : "Poesía de Rosario" Nº 19  
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Dante Alighieri . La Divina Comedia. Obra de un vil, un grande, un hipocrita?

 





“POETANDO”
¿Qué eres, pues, Divina Comedia?
¿Torpe obra del pequeño Dante?
¿Poderosa obra del gran Dante?
¿Monstruosa obra del vil Dante?
¿Retórica declamación del hipócrita Dante?
¿Un fuego de artificio? ¿Un fuego real?
¿Una irrealidad?
¿Un nudo difícil y complejo de real e irrealidad?
 
Dinos, peregrino, ¿cómo alcanzarte?
Witold Gombrowicz
 
Entrada a la Divina Comedia. Directamente, hasta un punto de mira. Imaginamos unos arbustos detrás de los cuales nos colocamos expectantes (Infierno. Canto XXV- Versos 79-144[1]) El ojo, abierto a la imagen.
 
 
Lectura de una metamorfosis
Sorpresa: como un rayo, cruza una serpiente. Fulgor.
Folgore par se la via attraversa
           Parece un rayo cuando cruza el campo.
La velocidad del movimiento hace recordar a los lagartos que, agobiados por la canícula, cambian de un matorral a otro; aparecen, desaparecen, se ocultan, se los vuelve a descubrir. 
                   …un serpentello acceso, / livido e nero come gran di pepe
                  …una encendida culebrilla, lívida y negra como la pimienta.
El color de la piel de la culebra parece haber recibido el impacto del movimiento: su piel se ha puesto lívida, pálida, opaca; pero, a la vez, está encendida, como para suscitar la chispa de un conflicto. Negra como un grano de pimienta. Picante color. Imaginar que ese solo grano de pimienta rueda, por la palma de la mano. La sensación de un trazo oscuro en un espacio vasto, tal vez circular…
No hay más tiempo. La culebrilla ha corrido hacia dos condenados. No se alcanzó a verla subir; pero ya está en el vientre de uno de ellos, ya lo muerde, exactamente en el ombligo. En seguida, después de morderlo, la culebrilla cae al suelo.  Primera caída, cae la serpiente.
                                                    …poi cadde giuso innanzi lui disteso
                                           …y cayó frente a él amortecida
 
Extendida todo su largo, justo delante del herido. Él de pie, ella a ras del suelo, alerta, en espera de una respuesta.
Mas el herido nada dice, no reacciona, sólo bosteza, como si lo asaltase sueño o fiebre. El estado de ensoñación, al que se entrega, transforma, simétricamente, el ritmo veloz de la serpiente en  un lento adormecimiento.
Una fiera y un hombre enfrentados se desafían. Está por comenzar el duelo, el combate. La metamorfosis de las dos naturalezas.
Se miran fijamente.
Al mismo tiempo, ambas empiezan a soltar humo con fuerza. La serpiente, desde la boca; el hombre, desde la llaga provocada por la mordedura de la víbora en el ombligo.
                                                               …fummavan forte, e ‘l fummo si scontrava
                                                     …soltaban humo, y éste se mezclaba.
Scontrarsi, incappare nei ladri: ¡caer en el lazo, en la trampa de los ladrones! Así, como chocando, se mezcla el humo que sueltan hombre y fiera. Comunicación, en silencio.
- ¿Por qué le pides a Lucano y a Ovidio que callen, Maestro, si tú los admirabas?, ¿Por qué citas de cada uno, precisamente, dos metamorfosis?, ¿Por qué les dices que atiendan lo que, ahora, tú vas a decir en el Canto?
                                                                      Taccia di Cadmo e d’Aretusa, Ovidio;
               ché se quello in serpente e quella in fonte
      converte poetando, io non lo ‘nvidio.
 
    Calle Ovidio de Cadmo y de Aretusa
         que si en reptil a uno y a otra en fuente
    cantando convirtió, yo no lo envidio.
 
 
-         ¿Qué innovación preparas?
La acción se precipita. Está todo dispuesto. Las dos naturalezas, la humana y la bestial, una erguida y otra yacente, cuerpo a cuerpo, colocadas frente a frente, se aprestan a intercambiar su corporeidad y su materia. Como dos caballeros, ambas aceptan la novedad, los nuevos códigos, las fases sucesivas del combate. Reaccionan, se acomodan en correspondencia mutua, para llevar a cabo una doble  metamorfosis, mediante la cual una devendrá la otra y viceversa.
La metamorfosis
El primer movimiento, como lo serán los siguientes, sucede de modo simultáneo. La fiera divide su cola, la bifurca como una horquilla. Al mismo tiempo, el hombre reacciona en forma inversa, uniendo las dos piernas, como paralizada. Así, la bestia ha transformado su cola en pies y piernas y el hombre ha sellado las suyas.
Togliea la coda fessa la figura
 che si perdeva lá…
Tomó la hendida cola la figura
                                                   de las piernas del otro…
En un segundo paso, la piel de la serpiente se torna suave y la del hombre dura.
                                              -        Io vidi intrar le braccia per l’ ascelle…
-            Vi entrar los brazos por las dos axilas…
Entonces, Dante afirma: yo vi. Yo fui testigo, tuve que serlo. Lo vi con mis propios ojos, con horror. No lo imaginé, no es invención, como en la extraordinaria creación de los poetas paganos.
Dante dice esto, justo en el momento terrible en el que el hombre se ha quedado sin sus extremidades y está por perder su falo y su cabello, para adquirir los primeros rasgos animales. En el momento en que el humo vela a uno y a otro de color nuevo.
Dante pronuncia este dramático <io vidi>, precisamente cuando el hombre cae abatido, ya sin piernas, y la fiera se levanta, con figura humana. Esta segunda caída, en este caso el hombre, marca uno de los clímax de esta metamorfosis.
Las dos naturalezas sostienen la mirada, de modo impío. Una en la otra, como en un encantamiento, contemplan el incesante movimiento especular de las transformaciones. Lo que el hombre pierde lo gana la bestia. En un proceso de degradación y deconstrucción del cuerpo humano en sus partes anatómicas, desde las extremidades inferiores hacia arriba.
Hasta que, por último, se metamorfosean cabeza y cara, con sus distintos elementos: orejas, boca, nariz… las de una pasan a ser las del otro. Tan sólo los ojos permanecen sin mutar, manteniendo el vínculo hipnótico, la distancia y el desafío.
  Todo sucede de modo simultáneo y simétrico: una se yergue, el otro cae; uno se acorta, la otra se despliega. La abundante materia se extiende, se estira, sobra, se engrosa, se alarga, sobresale, se retrae, de modo plástico, escultórico.
El hombre completa su figura de serpiente y la serpiente adquiere corporeidad humana.
Entonces, se produce el segundo momento culminante: la lengua humana se bifurca y el hombre, transformado en bestia, queda privado de la palabra. Mientras que la lengua dividida de la serpiente se une y su boca deja ya de arrojar humo.
L’ anima ch’ era fiera divenuta,
                                                    suffolando si fugge per la valle
       e l’altro dietro a lui parlando sputa.
                                                    El alma vuelta fiera de este modo
  silbando huyó por el extenso valle,
  y el otro, atrás, hablaba y escupía.
La metamorfosis se abre con la serpiente atravesando el valle, rápidamente, arrastrándose, yendo desde un matorral hasta el cuerpo del hombre, para morderlo.
La metamorfosis se cierra con la nueva serpiente, que huye,  siguiendo el mismo camino por el que antes llegó la fiera. Lo hace silbando como una culebra, ya imposibilitada de articular el habla.
En tanto, la serpiente convertida en humano, volviéndole sus nuevas espaldas al  ahora reptil-antes hombre que ya desaparece, se dirige al otro,  presente al principio de la escena, y le habla. Sus palabras cumplen una doble función: identificar, por medio del nombre, al ya bestializado: Buoso, un florentino; dirigirse de un modo miserable, vengativo, a sus pares, los ladrones condenados.
                                                              …“I’vo’ che Buoso corra
                        com’ ho fatt’io, carpon per questo calle”.
                                                    …“Yo quiero que Buoso
         repte, cual hice yo, por esta senda”.
 
De principio a fin, la metamorfosis se desenvuelve velada o coloreada por el humo, su sugestivo catalizador.
¿Cuánto dura esta cinematográfica metamorfosis?
Dante obra la originalidad de estas mutaciones y trasmutaciones consciente de la novedad que como peregrino ve y como poeta escribe.
Lectura de una de las tres metamorfosis de ladrones de la séptima < bolgia> del Octavo Círculo, desarrolladas en los Cantos XXIV y XXV del Infierno.
En los versos 142-144, el poeta dice:
Cosí vid’ io la settima zavorra
           mutare e trasmutare; e qui mi scusi
        la novitá se fior la penna abborra.
Séptima <zavorra> en vez de séptima <bolgia> (el énfasis puesto en los deshechos, la basura, en la zavorra, en el conjunto  de numerosos ladrones que allí penan) y el verbo final de la terzina, <abborra>: palabras ásperas.  Dante pide al lector que lo excuse si  su pluma <abborra>, si  se expresa de una manera un poco confusa: tamaña la novedad y lo complejo del argumento.
Tenso el gran arco, se dispara la flecha de su < poetare>: bella, osada, a través de los siglos.
………………………..
María Hortensia Troanes nació en Casilda, Provincia de Santa Fe. Se graduó en Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Es autora de los poemarios Escalas (2002) y La sala de los mascarones de proa (2010)


[1] Dante Alighieri, La Divina Comedia - Texto original italiano con traducción, comentarios y notas de Angel J. Battistessa. Asociación Dante Alighieri. Buenos Aires, 1994.
 
 
 

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