“Satori”, de Héctor Freire. Ediciones en Danza, Bs. As.2010.
La lectura de “lo oriental”, “lo místico”, lo indio generalmente dicho “hindú”, etc., como se conoce vulgarmente, dice del “satori”, lo que podemos encontrar en la Web. Iluminación en el budismo Zen.
No obstante, el breve texto que hace de puerta cancel a los trabajos de este volumen, suscripto por Teitaro Suzuki (autor de entre otras:”El buda de la luz infinita, Manual de budismo zen, Budismo ZEN, entre muchas otras
Y cuyo nombre budista es Daizetz( cuya posible traslación a nuestra lengua sea “gran simplicidad” o mejor aún “el simple”), ilumina, valga la redundancia con lo antedicho( para quienes saber ver, la luz, - y no ido nada relacionado con ese “vi la luz” tan difundido hoy día por algunas sectas religiosas-, sino que hablo de la Luz, así con mayúsculas, del conocimiento, la intuición, el pensamiento, el camino, (el koan), la “comprensión”, en definitiva.
A modo de conciente digresión, valga también para religiones oficiales tan difundidas como el catolicismo apostólico romano en cuya “grey”, mayoritariamente desconocen nada menos que el sustento intelectual quizás más fuerte de la misma como lo es la “Suma Teológica” y muchos creen que el santo docto no es más que un Santo Tomás.
Dicho esto, los textos de este libro, por medio de la vía poética, hace filosofía dado que una y otra se son imprescindibles para el tipo, el modo, la forma y el fondo de una poesía como ésta; la de este libro que es la poesía que prefiero.
Y digo prefiero, respetando todo otro “modo” de hacerlo, pero permitiéndome para mí mismo, elegir la que podría ser llamada, (así como otras son: “narrativas”, “cotidianitas”, “amorosas” y tantos y cuantos motes o calificativos como autores se sientan llamados a clasificarla; como poesía trascendente en el sentido de trasponer el mero hueco literario de un género, ese o esa poiesis, ese hacer; por una poesía que indaga, vislumbra, refleja, en este caso y a través de otras artes-, que vienen a servirle de soporte musical, pictórico, cinematográfico, paisajístico o el que fuere, a una meditación que es reflexiva y le permite extraer de las imágenes, los sonidos, las situaciones o lugares; modos poéticos de ser vistos o mirados como Hölderlin nos dijera en “Poéticamente habita el hombre”.
Qué más cabe acotar en una simple recensión que, cuando el poeta nombra Timanfaya, Chartres, al filósofo Bergson, al pintor Renoir o al genial Van Gogh, utiliza un epígrafe del desaparecido maestro de la poesía argentina Joaquín Giannuzzi o a los realizadores cinematográficos Bertolucci, Antonioni y a otros; reverencia y hace su homenaje a lo que miente, esos monumentos del arte universal.
Si lo “zen”, inexplicable por racionalidad fuera posible, me atrevería a decir sin miedo alguno de equívocos, que este libro contiene poemas zen. Lírica y belleza, captación del instante se aprecian en ejemplos tales como:
“…un pez plateado iluminó el agua…”
“..sentimos que el pasado nos recuerda…”
“…la memoria nos cambia de lugar…”
“La araña hilas/una pequeña plegaria…”
“La luz /se vuelve una hoja/en el crepúsculo”
“A estas rocas se les envidia su voluntar de durar”
Esto ha sido para nuestro poeta su satori, impresiones de esos grandes artistas, de sus impresiones y emociones, de sus iluminaciones.
Saludo este libro enfáticamente
Guillermo Ibáñez