“Oficio mudo” de Alicia Acquaviva
Papeles de Boulevard, 2010
En Final del juego, los personajes de Cortázar establecían ritos para que la suerte decidiera estatuas o actitudes: actos sin palabras, pero era un juego, y en el final…qué, había que averiguar de qué oficio se trataba…había que hablar.
Desde el inicio, la cita de Alejandra Pizarnik propone: voy a ocultarme en el lenguaje En el fin, Alicia reconoce que el lenguaje es un bosque tupido bajo/cuya sombra me guarezco.
Del ocultarse al guarecerse hay, según el diccionario, un abismo. Según la autora, una historia quese cuenta prolijamente, y en ese estrecho lugar que cerca el orden hay cuatro partes: la primera muestra las huellas, la infancia, el apellido de familia que actúa como un mandato: tal vez, en ese nombre de familia/ en esa misma palabra/ esté yo.
El diccionario dice también que el verbo guarecer se conjuga como agradecer, aquí aparecen en segundo lugar los otros cantos: autores, pintores, pero también paisajes cotidianos, galaxias, pájaros e insectos, lo natural.
Después vendrán los juegos, los sentidos, la edad de la inocencia, el fin de esa inocencia, toda receta, se admite: rara vez resulta.
Pero el último tramo, la última secuencia, ¿el último capítulo deberíamos decir? Se nombra Solapada –no ya en plural de género prefijado, sino singular y femenino. Y volvemos a la cautela de una ficción: se está, otra vez, encubriendo o disimulando algo, hay preguntas (más preguntas) y algún deseo.
Entonces, volvemos al final del juego, habrá que adivinar de qué oficio se trata. ¿Alicia Acquaviva es una narradora?, puede ser, pero en este caso es una poeta que cuenta -poéticamente-una historia circular: la historia que va desde la curiosidad hasta el conocimiento de uno mismo o hasta el aprendizaje de un oficio que permita ganarse la vida, la propia vida, un oficio que autorice la voz.
¿La voz es un sentido? No. La voz se reconoce con un sentido, pero también se puede oír lo mudo , y lo mudo es el oficio con el cual se va al encuentro de la voz.
Nora Hall