Revista Internacional de Poesía "Poesía de Rosario" Nº 19
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LA POESÍA ES COMO EL AROMA Camilo Fernández Cozman


LA POESÍA ES COMO EL AROMA. Poética de Luis Benítez. Ensayo de Camilo Fernández Cozman.

(Editorial Nueva Generación 2009)

 
Camilo Fernández Cozman, Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua y doctor en Literatura Peruana y Latinoamérica, es una mirada prestigiosa por su rigurosidad en la investigación literaria tal como lo indica su pormenorizado Curriculum Vitae incluido al comienzo de la presente edición. Entre sus ensayos ha elegido autores como Emilio Adolfo Westphalen, Raúl Porras Berrenechea, Rodolfo Hinostroza, Octavio Paz y otros destacados escritores. Esta vez ha optado por Luis Benítez, poeta argentino perteneciente a la generación del ’80 de quien ya se ha comentado parte de sus obras en esta revista.

Desde el título lo viene citando directamente con uno de sus poemas: “ De las tantas cosas que no puede mostrar ciertamente la palabra,/ la primera imposible es el olor/ tan propio y exacto de las cosas. La poesía también es como el aroma”. Al decir La poesía es como el aroma, la intención es tomar la imposibilidad de la palabra para mostrar el olor de las cosas y asegurar luego que la poesía es también ese olor de las cosas con lo cual la palabra no alcanza y en todo caso está impedida para revelar la esencialidad de la poesía, utilizando una notable sinestesia.

En la introducción Fernández Cozman toma una línea de cronología literaria tomando como puntales generacionales y de movimientos a: Rubén Darío-Vicente Huidobro-César Vallejo-Pablo Neruda, representando así a lo fundacional de la tradición poética hispanoamericana desde el modernismo al vanguardismo pasando por los matices definitorios de cada obra. Luego lo hace con la línea Oliverio Girondo-Jorge L. Borges-Juan Gelman-Luis Benítez y así hace la contigüidad con la anterior línea pero en lo que hace al ámbito de la poética nacional, y de igual modo dando el marco referencial de recursos y particularidades estéticas que hace a cada uno de ellos un hito imprescindible para entender nuestras letras.

Luis Benítez es para Fernández Cozman el último señalado sólo por orden cronológico, pero en relación a su obra lo coloca en un alto escalón junto a otros representantes de su generación. Alude a que en sus poemas se ve claramente la huella dejada por los poetas de lengua inglesa y también a que esta generación se aleja de Mallarmé y de Verlaine y de la metáfora de cuño simbolista para identificarse con el verso coloquial y narrativo. Este análisis está fragmentado en tres capítulos, tres miradas sobre el trayecto poético de Benítez.

En el primer capítulo: “Mitologías/La balada de la mujer perdida (1983) y la poética de la interculturalidad” se demuestra una dialogicidad con el pasado histórico, en el que los elementos simbólicos de las tradiciones hispanoamericanas se anudan fuertemente a las culturas amerindias. En este tramo se habla de la plasticidad cultural como proceso de neoculturización en el que intervienen elementos de las culturas prehispánicas y se unen a otros aportes occidentales dando por resultado un “producto híbrido” en que se advierte una reestructuración en la que creatividad y tradición comparten la aceptación de ambos elementos culturales. Sería extenso citar un poema que denota esta mirada; su título: “Sobre Tenochtitlán los antiguos dioses toltecas del viento, la lluvia y la muerte, esperan la llegada de Hernán Cortés, abogado de Cáceres” poema referencial de los sacrificios místicos aztecas que en su último tramo dice “Esto sucede y se repite:/ los dioses se trasladan a otros dioses,/Cortés cambia de nombre/De las verdades cambiadas surge la Historia/Sus muertes y sus restos son el dibujo/del paso de los hombres sobre las cicatrices del mundo…” alude directamente a la caída de Tenochtitlán y sus dioses pero también a la incursión del hombre en tantas otras caídas que la humanidad de occidente ha vivido agónicamente, claro está que Benítez toma un hecho violento y milenario para resignificar otros que a través de los siglos se ha reiterado imponentemente.

En el segundo capítulo “Behering y otros poemas (1985) y la poética del aroma" traza un estudio de una poética de las sensaciones arraigadas en la lírica del simbolismo francés y de la poesía inglesa del siglo XX. Es interesante como el autor va observando como transcurre la sinestesia pensada metafóricamente “viendo al mundo desde una inteligencia figural” y para ello va citando a Baudelaire, Rimbaud Mallarmé como ejes de la sensación y a ésta como principio estructurador de los poemas pero también incluye a William CarlosWilliams y a Dylan Thomas de quien cito una deliciosa composición sinestésica: “La luz penetra en los solares secretos/por las puntas del pensamiento, donde los pensamientos huelen en la lluvia”. Luego de estas citas alude a la poética de las sensaciones en Benítez dicendo: “La poesía es el aroma” de lo cual hace desprender con una clara maestría los siguientes pensamientos que implican sensaciones: a) El poeta es el hacedor del aroma; b) el lector es el que lo percibe en el poema; c) los versos exhalan perfume; d) la lectura de un texto poético es ponerse en contacto con el aroma; e) la poesía se propaga como una sustancia aromática y f) el conocimiento que da la poesía se produce a través de los olores. No haré ningún otro comentario sobre este capítulo exquisitamente descrito, aludido y cerrado.

Para finalizar el tercer capítulo “Guerras, epitafios y conversaciones (1989), y los campos figurativos”, CFC aborda los seis campos figurativos formales en el que se sitúan las figuras retóricas (la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la repetición, la elipsis y la antítesis u oposición). Describe cada campo ejemplificando con obras como La Metamorfosis, de Kafka;La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre; el mismísimo Quevedo y Residencia en la Tierra, de Neruda. Miradas que ejercen un soporte de investigación para abordar a Benítez, un estudio que con impecabilidad va soltando hilos analíticos como caminos para acceder al sentido de la poética tratada. Justamente –y a pesar de pareceres diferentes bastante divulgados por estos días- en bueno recordar que la esencia de “lo poético” proviene en gran parte de estas figuras que van dando una dinámica especial al curso de la palabra, siendo así ésta va entrando en sustituciones, contigüidades, planos de significado, comparaciones, iteraciones que dan por resultado un trabajo del pensar imaginado, la imagen es entonces, el curso de acción de la palabra, su centro mismo, su médula.

En este último capítulo el autor de este estudio toma del poema “En un viaje veloz hacia el invierno del término” cita los siguientes versos: “En el poema es primavera/ (porque yo camino por poemas como otros por calles,/buscando el final de todas las calles/ allí conde comienzan todos los poemas)” Luis Benítez nos está hablando con una clara comparación de cómo él se mueve dentro del poema y su discurso, como los camina (los trabaja y los recorre) como hace del poema su trayecto de vida, y como finalmente también el camino es una pregunta retórica ya que busca el final para encontrar el comienzo que nunca se sabrá dónde están, cuándo se abandona uno y comienza el otro, dónde está el punto de común unión ni dónde la coyuntura, dónde muerte y dónde nacimiento porque en todo caso es destinal del hombre y del poeta no saberlo pero además como la vida, tal vez sea uno solo el poema que habrá de escribirse siempre. Esta travesía asegura que la creación es una restauración permanente en los ciclos naturales pero también en el orden de lo literario; es entonces cuando el poeta busca el renuevo y lo posibilita enfatizando el rol del poeta, hacer que la cosmovisión del artista siga testimoniándose es ir a la creación y “obligarle a dar fruto para la sed del hombre”.

ANA RUSSO


 
 
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