“El prontuario de la luciérnaga” de Fabricio Simeoni
(Papeles de Boulevard, 2009)
El libro está lleno de pluricelulares. Más bien de las actividades poéticas de los pluricelulares. O mejor es una buena cantidad de visiones misteriosas, mágicas y principalmente poéticas de acciones que involucran como a 63 pluricelulares. Lo que hace magistralmente Fabricius, probablemente inspirado por Rilke (broma griega de Fabricius) (según la cita que inserta en la página 7), es mirar a los animales hasta verlos ejercer las más brillantes acciones poetizables. Poetizables por él, obvio, es decir como casi sin límites. Que cosa shakesperiana se agiganta cuando el escorpión se envenena/ se inmola en su sangre/ y desvanece? Ni hablar de la onda Girondo cuando el eje pasa por la araña pollito, cuando el molde se cría a imagen y semejanza/ de cierta divinidad que crea/ apósitos en los ojos. O cuando da vuelta el cuadro como Kandinsky, “ve la luz”, y el sapo posa. O cuando pulveriza el postmodernismo en el asunto del desvelo del ñandú. Dice: un ala inútil sin facebook/ el cuello hace imposible/ que despierte el vuelo.
Fabricius, como Fabri (Fabri Juan, obispo benedictino de Chartres en el s. XIV) debería ser nombrado Doctor decretorum, por esto de este librito donde poetiza a los animales o animaliza la poesía. Eso sí, como diría yo, animales buenos.
Prontuario, es anotación de cosas con el fin de tenerlas presentes. Es como un compendio. Y Luciérnaga aunque no tenga nada o casi nada que ver con lo que estoy diciendo, se dice lampyre en francés, y fire-fly en inglés, tratando siempre de agarrar al coleóptero que despide esa luz fosforescente blanco verdosa, la misma del Pastis de Marseille en agua, que con sus 42º a la sombra nos puede volver Prontuarios, Luciérnagas y hermanitos de las Luciérnagas.
(Presentación de El prontuario de la luciérnaga, de Fabricio Simeoni, Papeles de Boulevard, 2009)
Alejandro Pidello