Revista Internacional de Poesía "Poesía de Rosario" Nº 19
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Luciano Trangoni
Luciano Trangoni

 



 
 
 
 
Acurrucado
a un extremo de la jaula
como un fenómeno deforme
o una sombra,
            o un tumor,
                           respiro    
mientras se aleja
otra tarde circense
                              la algarabía de los paseantes
las siete monedas
que me arrojan a la cara 
y el horror en la mirada
de los niños con helados,
las carcajadas,
el click,
             el flash,
                        la estupidez.
 
 
 

 
 
Una línea de Poe 
ha puesto llave a esta celda
que es fuego y desesperación.
 
Ahora deambulo
sedienta la mirada
recorriendo 
una y otra vez el mismo cuarto
de este rincón al otro
en busca de algo
que no alcanzo a ver ni a descifrar
 
porque algo, a fin de cuentas,
debería haber
en alguna parte.
 
 

 
 
Alguien dice no
y no sorprende.
 
El niño se arruga
al otro lado del espejo,
                           una flor de agosto en cada párpado,
                           el bisturí de lucidez,
una melodía de alcohol para dormir,
silenciosa caída en el estupor.
 
Miro a mi alrededor
y atravieso el pasillo
                           arrastrando
dos bolsas de basura.
 
Los árboles
esta noche
             no son los mismos.
 
  
 

 
 
 
 
¿Habrá de ser un destello de insensatez
este abrir el ojo de la madrugada  
tanteando en la oscuridad la birome negra
el papel amarillo
tan sólo para impedir 
que un fantasma se pierda
en esta memoria,
en este abrir
                 el ojo de la madrugada?
 
 

 
 
 
 
 
                               Quiere tigres de mercurio
                               y nunca tuvo una silla con respaldo
                               una cuchara,
                               un cenicero.
 
                              Por la ventana de su cuarto
                              entran todas las moscas del lugar.
                              Puedo verlo, sus ojos entrecerrados
                              afinando el violonchelo
                              quitándose el sudor de a ratos.
                             
                              Sabe que el sábado apretará
                              doscientos pesos
                              en la palma de una mano
                                                                 transpirada. 
 
                             
  


 
El viento nos arrojaba
arena en los ojos 
cuando dijimos que sí,
que no era tan importante 
                              salir con vida.
Y apoyamos nuestras manos
sobre la pared amarilla             
con las piernas abiertas
y un oficial palpándonos.
 
Esto no es lo que pedí, murmuraste
y supe que era la hora de bajar el telón
y pagar mis dos monedas a Caronte
pero te echaste a reír
 
y dejamos todo como estaba
antes del ladrido
                         de los perros.
 
 
 

 
 
 
 
 
                                 
Las botas negras del reloj
desfilan 
sobre la vencida materia
del silencio nuestro  
presumiendo una virtud
hecha en el tiempo,
quietud de sillas,
restos
        de lo que fue
                        un almuerzo.
                                    
 
 

 
 
 
 
 
Llueve sobre el papel 
y esa gris arruga
me estremece.
 
Desde aquí puedo oír con claridad
la carcajada de los desgraciados:
 
Se ahorran una muerte y sueñan
que el agua
                  quizás
                            pueda salvarlos.
 
 

 
 
 
 
 
Sacacorchos y abrelatas
como puertas al infierno
o cápsulas de veneno.
 
Tropezabas entre la muchedumbre
pidiendo alcohol a gritos
coleccionando argumentos insípidos,
imágenes por las que hoy
                        deambula tu nostalgia.
 
Entonces te encerrabas en el baño
sin mirar al espejo
–al menos eso decías– 
y ya no pensabas ni oías
                              el llanto de tu niño,
                              el llanto mío,
              al otro lado
                               de la puerta.
 
 
 



 
Luciano Trangoni (Rosario, Santa Fe, 1974) es poeta y narrador. Ha publicado las novelas Los Zapatos de los Muertos (2006) y Acá no hay dónde (2009); y el libro de poemas Los papeles del réprobo (2010). Fue seleccionado por la Universidad Nacional de Rosario para integrar los libros Cuentistas Rosarinos (2005) y Poetas Rosarinos (2007). En el año 2008 fue finalista del Primer Concurso Clarín de Cuentos, certamen del que participaron más de 6.600 textos. Desde el año 2009 publica relatos breves en la contratapa del diario Rosario/12.
 

 
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