Mario Jofré Gutiérrez
SACRO ESPACIO
1
Sacro espacio del vientre femenino
Ámbito en que la existencia recibimos
Y gravitamos permanentemente
Palestra del amor y de la vida
En su núcleo más íntimo y profundo
Sacro espacio vital, sitial sagrado,
Lugar que es de la cópula y de la concepción
Y de la gestación y del alumbramiento
Lugar que nos atrae y nos impele y nos expele
Lugar que nos deleita y que nos duele,
Que es puerta al infinito que al amor nos dispone
Y asimismo lugar de sacrilegios y de profanaciones
De extremas sordideces y de tormentos crueles
Incontables abusos sometimientos y mutilaciones,
¡Oh! Santuario inmortal de las amables diosas y las diosas terribles,
Las terrenales diosas nuestras de carne y hueso,
Portadoras mortales de la belleza suma y el misterio insondable
Sitial de la Gran Madre, la andina Pacha Mama,
Y la incontable lista de las diosas paganas que preside Afrodita
Y también de las santas, tantísimas y tantas
Desde Eva en adelante, pasando por María
Y señaladamente por nuestras santas madres
Y todas las mujeres que madres o no madres
Albergan de algún modo índoles maternales;
Y bueno, ¿qué decir de Lilit o de Safo,
O de las santas mártires que padecen en sórdidos
Claustros y lupanares?
Corazones amantes: abrid pues un sitial
Para la Pena Negra que el alma nos revuelve
Contra todo poder pernicioso y banal
Reñido con el sacro poder, poder vital
El poder amoroso del vientre femenino.
2
Es el cáliz su vientre de la rosa incesante
Que confiere a su carne consistencia de pétalo
Y a su piel desprender con su hálito fragante
Fulgores, arreboles, destellos centelleantes:
Rosa de rosa rosa, ella al mundo remoza.
Mes a mes con sangrante aspersión sacraliza;
Cada luna por turno sus capullos desquicia,
De modo que el sacro ámbito nuevo ciclo reinicia
Cumpliendo el rito cósmico que la vida renueva.
Floral íntima púrpura en que el óbolo anida
Que ofrenda del sagrario del árbol de la vida,
Su vientre, da a la tierra; con sangre así consagra
La comunión sagrada que han fundado por siempre
En sacrificio pío los mujeriles vientres.
La ablución carmesí de esa rosa carnal
Que es el núcleo central de su todo floral
Es el vino lustral, es el original
Genuino y primordial, el mayor sacramento.
Consanguíneos del suelo por él a ser vinimos
Y el suelo vino a ser fundamento y sustento
A sustentarnos vino por magia de mujer
Que obediente a la luna se entrañó con la tierra
Para así florecer.
3
I
Junto a ti, a un árbol junto
¿Un jardín?-me pregunto-
Me arrebata una oleada
De recuerdos confusos.
Que es el Edén barrunto
Pues desprendes de un gajo
Un fruto y me lo ofreces
Y sufro aquel desgarro
Que reabre aquella herida
Desde nuestra Caída.
Que arrancados de cuajo
De otro árbol somos frutos:
Al punto de palpar
La breve cicatriz del árbol sufro
Mil tentaciones de por junto.
Siento la propia cicatriz, la tuya...
Creo levitar y me hundo,
Me traza tu vientre órbitas
En que gravito ingrávido.
Tu herida...Me atolondra el cerebro con imágenes
Incandescentes: boca de hormiguero
Avispero feroz o denso enjambre
Que resguarda el panal,
Fogón sacro que incita al sacrilegio
Y a la fornicación;
-Arrimarle un tizón y allí inmolarse-
Hornalla, hogar, fogata
Que nos ampara y que nos desampara,
Que ya nos puede ahogar o desahogar
Si no conforta, mata.
II
De una mata se trata...
Por de pronto un misterio,
Y de los más profundos:
Huella de una gacela
Ahuyentada, en el musgo,
Un sobresalto, un hálito
Un súbito espeluzno
Insólito en el aire
Traspasado de un husmo
A chamusquina, a incendio
Donde se unen tus muslos...
III
Tu tentadora pulpa busco a tientas
Y tanteando desciendo tus laderas
Palpando tus riñones, tus caderas;
Por tus pendientes voy, en mis pulpejos
Enredo y desenredo y entretejo
El vellocino hirsuto y sus anejos,
Tu coquilla acaricio y no me culpo
Si rondando tu sacro tabernáculo
Un tentáculo soy, puro tentáculos
Adhiriendo tu pulpa, mero pulpo
Adherido a tu vulva, mero pulpo...
¿Su hunde el mundo y nosotros levitamos?
¿En tu vellón mullido
Encontré el tapiz mágico?
Sortijas, talismanes, amuletos
A antojos me confieres,
Por frutos de la tierra, higos y mieles
Y por frutos del mar, ¡cuántos hubiere!
La miel se mezcla al mar en tus almizcles.
4
Por todo lo que conozco
Este lugar reconozco
Que es rincón del paraíso
Y esta mata enmarañada
De toque áspero, casi tosco
Que no es más que una puñada,
Lo confirma: brujo hechizo
Entre aromas desparrama
Gajos de luna en mis manos
Y el instinto urde la trama:
Pitón al árbol me enrosco,
Ya me interno, ya me embosco
Donde la sangre me llama,
Al ventear como cercano
Un vertiginoso abismo
Que en íntimo paroxismo
Develará los arcanos.
Entre pétalos y rizos
Bálsamo y ámbar me deslizo
Por grata grieta a una gruta
Que es la custodia encantada
Que consagra y anonada,
Además de ser la fruta
Que nos atrae y ocasiona,
La codiciada corona
Que nos trona y nos destrona.
¡Salve, pues, matrix, matrona!
Tú señalas nuestra ruta:
Pasa el camino del medio
Por el medio de tu gruta.
Constante seré en tu asedio.
Gracias a que en ti me enmembro
Desmembrado me enmembro.
Si en tanto hombres, machos y hembras,
Pagamos fatal tributo
Y cobra la tierra el fruto,
Obra en tu sombra el asombro
De que al fundir macho y hembra
Machihembrado embrión enmembro
Que nos prolonga y resiembra.
Mario Jofré Gutiérrez nació en San Luis en 1930. Ha publicado Sexoneto (1989), Los sonetos de Shakespeare –traducción- (1976, 1997), y Ofrenda a Afrodita –que incluye obra propia, recreaciones y traducciones- (2000).