Ausentes
El traquetear seco del helicóptero
me dijo
que mi momento ya había llegado
En la anestesia sordomuda de la previa
entendí
que la vida es algo tan frágil
tan valioso
Confundí
los recuerdos vehementes de la niñez
con las presencias de tus voces
amada mía
con el perfume de tu piel
con el anhelo de tu cuerpo desnudo
Y me vi
cayendo desde los cielos del Río de la Plata
maniatado
torturado
malherido
quebrado
suplicante
anestesiado
Y te vi
riendo tu risa
de alegría fresca
de alegría limpia
de alegría tierna
Y te vi
riendo mi risa
amada mía
riéndote por lo que no nos pudimos reír
por lo que nunca pudimos hacer
por lo que nunca pudimos vivir
por lo que no fuimos
Como una risa absurda creciendo en el aire
enredándose hasta los tuétanos
en el traquetear seco del helicóptero
de donde me tiran
los hombres de verde
que también me gritan
que también se ríen
que también vomitan
Odio
desafiando la Memoria
de la Historia general
Melincué
Los huesos de los ranqueles acribillados
duermen en el lodo
de tus barros curativos
Melin emerge
harto del odio
hacia los blancos
Y del agua negra
surgen los espíritus
que trafican las memorias
de los muertos
Y la historia
golpea
una y otra vez
tu tiempo
Y la historia
acribilla
una y otra vez
tu cielo
Y cada inundación
es un golpe
a mansalva
masticando los recuerdos
Y el cisne miente
tus paisajes de ensueño
El cisne flota
en el límite del tiempo
y se desliza
sobre tu espejo
Disfrutando
tus llanos muertos
Los flamencos lloran
tus tercos silencios
Arrastran de rosa
todo el firmamento
Y el ranquel se yergue
en el horizonte negro
Clamando justicia
pidiendo su paz
Clamando por más
Silencio
para descansar…
Manos
Manos
frías
golpeadas
Manos
casi como tus alas
Patria
Manos de azúcar
que inventan caricias
que no existen
Manos de lluvias
que sangran el agua
que no nos diste
Manos que tejen
recuerdos milagrosos
Manos que no escuchan
las manos del odio
Manos
Manos heladas
Manos
Manos atadas
Patria
Y nos imaginamos tus manos libres
Nos imaginamos tus manos de alas
Nos perdemos todos en un sueño
Triste
es volver
a tus manos atrapadas
Final
Cenizas
de un incendio
desparramó el viento
Lágrimas
de un entierro
lloró el aire seco
Cristales quebrados
soñaron
con un vientre de hielo
La sangre de los humanos
se mezcla con el infierno
de la peste
Y el sol se quema
en un cielo plano
donde todo miente
Es un espejismo
el lago de estaño
en donde el cisne muere
Y los bosques lloran
el rocío de la guerra
Y los pájaros cantan
la canción de la miseria
Y una lágrima se calla
detrás de la carcajada hueca
El fuego purifica
la faz de la tierra
Sólo cenizas quedan
Vuelan
Tan sólo vuelan…
Ruta
Abismos de hielo
susurran los pétalos
de los ángeles
Lágrimas del infierno
lloran los diablos
en tu equipaje
Y vos
Viajante de viajantes
Empezás
Otra vez
Otra ruta de agua…
Raya
Y había una raya azul
que dibujaba pájaros
en el cielo
Que transformaba palabras
en el silencio
Que quemaba soles
dentro del hielo
Que encendía los bemoles
de esta guitarra que siento
Y había una raya azul
que se pintaba los colores
de los barcos
Que rejuntaba maderas
del naufragio
de nosotros
Que destrozaba fronteras
sin espanto
Que atravesaba trincheras
besando santos
Mariana Miranda, Rosario 1966. Obra: “22: Canciones para a(r)mar y otros versos”, Ed. Keynes, Rosario, 1995, “Muertita y otros cuentos”, Del Dock, Buenos Aires, 2008 y “Gil, Santo argentino”, Del Dock, Buenos Aires, 2009.-